Repostar el coche es una acción cotidiana que realizamos con frecuencia y sin prestar mucha atención. Sin embargo, un simple despiste puede tener consecuencias graves para nuestro vehículo y nuestro bolsillo. ¿Sabes qué pasa si echas gasolina a un coche diésel o viceversa? ¿Cómo puedes evitarlo? ¿Qué debes hacer si te ocurre? Te lo contamos en este artículo.

GASOLINA EN UN COCHE DIÉSEL

Los motores diésel funcionan con un tipo de combustible que tiene una mayor densidad y viscosidad que la gasolina. Esto hace que el sistema de inyección de combustible y el motor estén diseñados para soportar una mayor presión y temperatura

Si echamos gasolina a un coche diésel, estamos introduciendo un combustible más volátil y menos lubricante que el que necesita el motor. Esto puede provocar daños en el sistema de inyección de combustible, que se puede obstruir o desgastar por la fricción, y en el motor, que puede sufrir una detonación prematura o una pérdida de compresión. 

Sin embargo, hay una excepción a esta regla. En condiciones de frío extremo, se puede poner una mínima cantidad de gasolina a un vehículo que funciona con diésel para ayudar al arranque. Esto se debe a que la gasolina tiene un punto de inflamación más bajo que el diésel y facilita la combustión cuando la temperatura ambiental es muy baja. 

Pero ojo, el porcentaje recomendado nunca debe superar el 10 % del volumen total del depósito. Es decir, si tenemos un depósito de 50 litros, solo podemos echar como máximo 5 litros de gasolina. Además, debemos hacerlo solo en casos puntuales y no como una práctica habitual. 

Si nos pasamos de este límite, podemos causar daños irreparables al sistema de inyección de combustible y al motor. Por lo tanto, se debe tener mucho cuidado y evitar confundir las mangueras en la gasolinera. 

DIÉSEL EN UN COCHE DE GASOLINA

Los motores de gasolina funcionan con un tipo de combustible que tiene una menor densidad y viscosidad que el diésel. Esto hace que el sistema de inyección de combustible y el motor estén diseñados para soportar una menor presión y temperatura. 

Si echamos diésel a un motor de gasolina, estamos introduciendo un combustible más aceitoso y menos volátil que el que necesita el motor. Esto puede provocar daños en el sistema de inyección de combustible, que se puede ensuciar o atascar por la acumulación de residuos, y en el motor, que puede sufrir una falta de potencia o una avería grave. 

A diferencia del caso anterior, no hay ninguna situación en la que sea conveniente echar diésel a un motor de gasolina. Si lo hacemos, estamos poniendo en riesgo nuestro vehículo y nuestra seguridad. 

Mejor que te des cuenta del error antes de arrancar el coche porque si ya has arrancado el coche y has circulado con diésel, se tendrán que limpiar o sustituir las piezas afectadas por el combustible incorrecto, como los inyectores, el catalizador o el propio motor. Esto puede suponer un coste muy elevado, dependiendo del modelo del coche y del alcance de la avería. 

Por lo tanto, se debe evitar echar diésel a un motor de gasolina en todo momento.

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CÓMO EVITAR LA CONFUSIÓN

Para evitar equivocarse al repostar nuestro coche, hay algunas medidas sencillas que podemos tomar: 

– Fijarnos en el color de las mangueras y los surtidores, que suelen estar diferenciados según el tipo de combustible. Por lo general, el diésel es de color verde o negro, y la gasolina es de color rojo o azul. 

– Fijarnos en el diámetro de las boquillas de las mangueras, que están diseñadas para que no encajen del todo en el orificio incorrecto del depósito. Así podremos notar una resistencia o una holgura al introducir la manguera. 

– Fijarnos en la pegatina que suele haber al lado del tapón del combustible o en una zona cercana, donde se indica el tipo de combustible que necesita el coche. También podemos poner nosotros una pegatina o un recordatorio en el salpicadero o en el parasol. 

– Fijarnos en el manual de instrucciones del coche, donde se puede comprobar el tipo de combustible que utiliza el vehículo. Si tenemos dudas, podemos consultar al fabricante o al taller. 

Evitar distracciones como hablar por teléfono o mirar el móvil, ten en cuenta que está prohibido hacerlo en las estaciones de servicio. Intenta no distraerte pensando en otras cosas mientras repostas. Es mejor dedicar unos minutos a comprobar que estamos echando el combustible adecuado que lamentar después una avería costosa.

QUÉ DEBO HACER SI ECHO EL COMBUSTIBLE INCORRECTO

Si a pesar de todo nos equivocamos al repostar nuestro coche, lo que debemos hacer depende de si hemos arrancado el coche o no: 

Si no hemos arrancado el coche, debemos dejar de repostar, cerrar el depósito y avisar al personal de la gasolinera, puede que dispongan de una máquina de succión. De no ser así, debemos contactar con nuestro servicio de asistencia en carretera para que envíen una grúa que lleve el coche a un taller. Allí tendrán que vaciar el depósito y rellenarlo con el combustible correcto. 

Si hemos arrancado el coche, debemos parar lo antes posible y avisar al personal de la gasolinera. Luego debemos contactar con nuestro servicio de asistencia en carretera para que envíen una grúa que lleve el coche a un taller. Allí, además de vaciar el depósito, tendrán que limpiar o sustituir las piezas afectadas por el combustible incorrecto, como los inyectores, el catalizador o el motor. 

Si el repostaje ha sido realizado por un empleado de la gasolinera, debemos pedir la hoja de reclamaciones de la gasolinera y hacérsela llegar a la Oficina Municipal de Información al Consumidor (OMIC) o a los Servicios de Consumo de la comunidad autónoma. Debemos saber que es responsabilidad de la gasolinera los errores cometidos en el repostaje, siempre y cuando haya sido realizado por un empleado de la estación de servicio. 

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CONCLUSIÓN

En conclusión, repostar el coche es una acción que requiere atención y precaución. Un error puede tener consecuencias graves para nuestro vehículo y nuestro bolsillo. Por eso, es importante conocer qué tipo de combustible necesita nuestro coche y cómo evitar la confusión al repostar. Y si hay una equivocación, saber cómo actuar para minimizar los daños y reclamar nuestros derechos como consumidores si se diera el caso.