La guerra de Ucrania que estalló el pasado 23 de enero tras la invasión de Rusia, está teniendo un impacto negativo en el sector del automóvil a nivel mundial. No solo se trata de las consecuencias directas del conflicto bélico en los dos países implicados, sino también de las repercusiones económicas, políticas y logísticas que afectan a las marcas, los proveedores y los consumidores de todo el mundo.
EL HUNDIMIENTO DE LOS MERCADOS RUSO Y UCRANIANO
Una de las consecuencias más evidentes de la guerra es el desplome de las ventas de coches en Rusia y Ucrania, dos mercados que representan una parte importante del volumen europeo. Rusia es el segundo mercado automovilístico europeo después de Alemania y el octavo del mundo, con unas ventas anuales de más de 1,6 millones de coches. Ucrania, por su parte, es un mercado más pequeño que supera por poco las 100.000 unidades anuales.
Ambos mercados se han visto afectados por la situación de inestabilidad, violencia e incertidumbre que vive la región. En Ucrania, el mercado está prácticamente paralizado por la falta de seguridad y la escasez de recursos. En Rusia, las ventas han caído en picado ante las dificultades para realizar pagos y recibir importaciones desde países terceros debido a las sanciones económicas impuestas por los países occidentales.
Además, muchas marcas han decidido suspender o reducir su actividad comercial y productiva en Rusia como medida de precaución o protesta. Entre ellas se encuentran firmas de lujo como Aston Martin, Bentley, Porsche o Volvo, así como otras más generalistas como Honda, Nissan, Jaguar-Land Rover o Ford. Algunas marcas, como Opel o Stellantis, mantienen por el momento su presencia en el mercado ruso, pero han tenido que parar la producción por falta de componentes.

LOS PROBLEMAS DE SUMINISTRO Y PRODUCCIÓN
Otro de los efectos negativos de la guerra es el desabastecimiento de determinados componentes esenciales para la fabricación de coches. Esto se debe a que tanto Rusia como Ucrania son productores o proveedores de algunos recursos muy valiosos para la industria del automóvil.
Por un lado, Ucrania es el tercer productor mundial de níquel y aluminio, dos metales que se utilizan en los componentes de las baterías y los vehículos eléctricos. Además, Ucrania genera el 70% de la producción mundial de neón, un gas fundamental para la tecnología láser con la que se fabrican los semiconductores que hay en los chips. Estos chips son imprescindibles para el funcionamiento de los sistemas electrónicos y digitales de los coches modernos.
Por otro lado, Rusia es el mayor exportador mundial de gas natural y el segundo mayor exportador mundial de petróleo, dos fuentes de energía que alimentan a gran parte del parque automovilístico mundial. Además, Rusia también produce algunos componentes electrónicos y mecánicos que se utilizan en la industria del automóvil.
La guerra ha provocado que estos recursos se vean afectados por problemas logísticos, restricciones comerciales o sabotajes militares. Esto ha generado una escasez y un encarecimiento de los mismos que ha repercutido en la cadena de suministro y producción global del sector del automóvil.
Así, muchas plantas ubicadas tanto en Rusia como en otros países europeos se han visto obligadas a parar o reducir su actividad por la falta de piezas. Esto ha supuesto una pérdida de capacidad productiva y una demora en las entregas que ha afectado a la oferta y la demanda de coches.
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LAS MARCAS MÁS AFECTADAS
Las marcas de automóviles que se vieron más afectadas por la guerra en 2022 fueron aquellas que tenían una presencia importante en los mercados ruso y ucraniano, tanto en términos de ventas como de producción. Entre ellas se encontraban:
– Renault: El grupo francés tenía el 67,61% de las acciones de AvtoVAZ, la matriz de Lada, que era el líder del mercado ruso con su marca local. Renault también tenía una planta propia en Moscú y otra compartida con Nissan en San Petersburgo. Además, Renault tenía una participación del 20% en el fabricante ucraniano ZAZ. El grupo tuvo que parar la producción de sus plantas rusas por la falta de componentes y vio caer sus ventas en ambos países.
– Volkswagen: El grupo alemán era el segundo fabricante más vendido en Rusia después de Lada, con una cuota de mercado del 12%. Volkswagen tenía dos plantas propias en Rusia, una en Kaluga y otra en San Petersburgo, y otra compartida con la firma rusa GAZ en Nizhny Novgorod. El grupo tuvo que reducir su producción a la mitad en sus plantas alemanas por los retrasos en el envío de piezas desde Ucrania.
– BMW: La marca alemana era una de las más populares entre los clientes rusos de alta gama, con una cuota de mercado del 3%. BMW tenía una planta propia en Kaliningrad, donde producía unos 12.000 coches al año. La marca cerró temporalmente la planta por la falta de componentes.

– Mercedes-Benz: La marca alemana era otra de las preferidas por los clientes rusos de lujo, con una cuota de mercado del 2%. Mercedes tenía una planta propia en Moscú, donde producía unos 25.000 coches al año. La marca suspendió el envío de piezas para la producción de los camiones Kamaz, marca de la que era accionista minoritaria.
– Ford: La marca estadounidense tenía una cuota de mercado del 1% en Rusia. Ford tenía una joint venture con el fabricante ruso de vehículos comerciales Sollers, pero la suspendió sine die por la situación política.
– Nissan: La marca japonesa tenía una cuota de mercado del 4% en Rusia. Nissan compartía una planta con Renault en San Petersburgo, donde producía unos 50.000 coches al año. La marca suspendió sus actividades comerciales y productivas en Rusia por las sanciones económicas.
– Honda: La marca japonesa tenía una cuota de mercado del 0,5% en Rusia. Honda había previsto abandonar el país a finales de 2022, pero adelantó su salida por la situación política.
– Toyota: La marca japonesa tenía una cuota de mercado del 6% en Rusia. Toyota tenía una planta propia en San Petersburgo, donde producía unos 80.000 coches al año. La marca suspendió temporalmente la producción y ordenó a todos sus empleados japoneses que abandonaran el país.
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LAS POSIBLES SOLUCIONES Y OPORTUNIDADES
Ante este panorama desolador, el sector del automóvil está buscando soluciones y oportunidades para minimizar el impacto negativo de la guerra y aprovechar las posibles ventajas competitivas que pueda ofrecer.
Por un lado, algunas marcas están presionando a los gobiernos para que pongan fin al conflicto lo antes posible y restablezcan las relaciones comerciales con Rusia. También están apoyando al gobierno ucraniano con material humanitario y financiero para ayudar a los refugiados y a la reconstrucción del país.
Por otro lado, algunas marcas están buscando alternativas a los recursos escasos o encarecidos por la guerra. Por ejemplo, están diversificando sus fuentes de suministro o aumentando su capacidad productiva en otros países más seguros o con ventajas fiscales o laborales. También están apostando por la innovación tecnológica para desarrollar coches más eficientes, ecológicos y autónomos que requieran menos componentes o energía.
Además, algunas marcas están aprovechando el vacío dejado por otras en los mercados ruso y ucraniano para ganar cuota y fidelizar clientes. También están explorando otros mercados emergentes con potencial de crecimiento como China, India o Brasil.
CONCLUSIÓN
La conclusión es que la guerra de Ucrania está teniendo un impacto negativo en el sector de los componentes y, por extensión, en el sector del automóvil. Muchas marcas se ven afectadas por la caída de las ventas, la falta de suministro, las dificultades logísticas y las sanciones económicas. Esto puede suponer una pérdida de ingresos, de capacidad productiva y de competitividad. Para hacer frente a esta situación, el sector debe buscar soluciones alternativas, innovar y diversificar sus mercados. También debe presionar a los gobiernos para que pongan fin al conflicto lo antes posible y restablezcan las relaciones comerciales con Rusia y Ucrania.