Las carreteras electrificadas son una de las soluciones más innovadoras para reducir las emisiones de CO2 en el transporte por carretera y fomentar el uso de vehículos eléctricos e híbridos. Se trata de sistemas que permiten suministrar energía eléctrica a los vehículos mientras circulan por la vía, eliminando la necesidad de parar a recargar las baterías y aumentando la autonomía y la eficiencia de los mismos. En este artículo te explicamos cómo funcionan, los beneficios, las desventajas y de qué manera se podrían convertir en las carreteras del futuro.

¿CÓMO FUNCIONAN LAS CARRETERAS ELECTRIFICADAS?

Existen diferentes tecnologías para electrificar las carreteras, pero todas se basan en el mismo principio: transferir energía eléctrica desde la infraestructura a los vehículos mediante un sistema de conexión que puede ser por contacto o por inducción.  

Por contacto: se utiliza un dispositivo que hace contacto físico con una fuente de energía instalada en la carretera, como una catenaria o un raíl. El dispositivo puede ser un pantógrafo, como el que usan los trenes o los tranvías, o un brazo móvil, como el que se emplea en los circuitos de Scalextric. El vehículo debe estar equipado con este dispositivo y mantenerlo conectado mientras circula por el tramo electrificado. La ventaja de este sistema es que permite una alta potencia de transferencia y una baja pérdida de energía. La desventaja es que requiere una infraestructura compleja y costosa, así como una adaptación de los vehículos.  

Por inducción: se utiliza un campo electromagnético generado por unas bobinas instaladas bajo el asfalto que induce una corriente eléctrica en unos receptores colocados en los bajos de los vehículos. El vehículo no necesita hacer contacto físico con la fuente de energía, sino que solo debe circular por encima de las bobinas. La ventaja de este sistema es que no requiere una infraestructura visible ni una adaptación de los vehículos, salvo la instalación de los receptores. La desventaja es que tiene una menor potencia de transferencia y una mayor pérdida de energía.

¿QUÉ BENEFICIOS TIENEN LAS CARRETERAS ELECTRIFICADAS?

Las carreteras electrificadas tienen múltiples beneficios tanto para el medio ambiente como para la movilidad y la economía. Algunos de ellos son:  

Reducen las emisiones de CO2 y otros gases contaminantes al fomentar el uso de vehículos eléctricos e híbridos y al evitar el uso de combustibles fósiles. 

Aumentan la autonomía y la eficiencia de los vehículos eléctricos e híbridos al eliminar la necesidad de parar a recargar las baterías y al optimizar su capacidad. 

Reducen el consumo energético y los costes operativos al aprovechar la electricidad generada por fuentes renovables y al disminuir la dependencia del petróleo. 

Mejoran la seguridad vial al evitar distracciones y accidentes relacionados con la recarga de las baterías y al facilitar el control inteligente del tráfico. 

– Impulsan la innovación y el desarrollo tecnológico al crear nuevas oportunidades de negocio y empleo en el sector del transporte y el sector energético.

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¿QUÉ DESVENTAJAS TIENEN LAS CARRETERAS ELECTRIFICADAS?

Las carreteras electrificadas también presentan algunos retos y desafíos que deben ser superados para su implantación masiva. Algunos de ellos son:

Requieren una inversión inicial elevada para construir y mantener la infraestructura necesaria, así como para adaptar los vehículos existentes o fabricar nuevos modelos compatibles.

Implican una coordinación entre diferentes actores públicos y privados para definir los estándares técnicos, legales y económicos que regulen su funcionamiento. 

Generan dudas sobre la seguridad y la fiabilidad de los sistemas de conexión y transferencia de energía, así como sobre los posibles efectos sobre la salud humana y animal de los campos electromagnéticos. 

Suponen un cambio de paradigma en la forma de conducir y de viajar, que puede generar resistencias o rechazos por parte de algunos usuarios o sectores.

¿DE QUÉ MANERA SE PODRÍAN CONVERTIR EN LAS CARRETERAS DEL FUTURO?

Las carreteras electrificadas son una de las apuestas más ambiciosas para lograr un transporte por carretera sostenible y descarbonizado. Sin embargo, su implantación requiere de una visión estratégica a largo plazo, que tenga en cuenta los beneficios y los costes de esta solución, así como las necesidades y las expectativas de los usuarios. 

No se espera que todas las carreteras se electrifiquen, sino que se prioricen aquellos tramos o corredores con mayor tráfico y demanda energética, donde el impacto ambiental y económico sea mayor. Además, se prevé que las carreteras electrificadas convivan con otras alternativas de movilidad eléctrica, como los puntos de carga rápida o las estaciones de hidrógeno. 

Para que las carreteras electrificadas se conviertan en una realidad, es necesario que se desarrollen y se prueben las tecnologías más adecuadas para cada caso, que se establezcan los marcos regulatorios y financieros que incentiven su despliegue, que se involucre a los diferentes agentes sociales y económicos en el proceso, y que se informe y se eduque a los ciudadanos sobre sus ventajas y sus desafíos.

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¿CÓMO SE FINANCIARÍAN?

La financiación de las carreteras electrificadas es uno de los aspectos más complejos y controvertidos de este proyecto. Según el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno, se prevé implementar un mecanismo de pago por uso en la red de carreteras del Estado a partir de 2024, con el objetivo de garantizar la sostenibilidad financiera y ambiental de las infraestructuras. Sin embargo, esta medida ha generado una fuerte oposición por parte de algunos sectores sociales y políticos, que la consideran injusta, ineficiente y perjudicial para la economía y la movilidad. 

El argumento del Gobierno es que el pago por uso es el sistema más equitativo y eficiente para financiar las carreteras, ya que implica que solo pagan los usuarios que las utilizan y que se internalizan los costes externos asociados al transporte por carretera, como la contaminación, el ruido o la congestión. Además, se pretende que el pago por uso sea variable en función de la distancia recorrida, el tipo de vehículo, el nivel de emisiones o la hora del día, para incentivar el uso de modos de transporte más limpios y eficientes. 

El argumento de los detractores es que el pago por uso es un sistema injusto y regresivo, que penaliza a los usuarios que no tienen alternativas al transporte por carretera, especialmente en zonas rurales o periféricas, y que afecta más a los colectivos con menor renta. También se argumenta que el pago por uso es ineficiente y perjudicial para la economía y la movilidad, ya que encarece el transporte de mercancías y personas, reduce la competitividad de las empresas, desincentiva el turismo y genera efectos frontera entre comunidades autónomas. 

Ante este debate, existen otras posibles fuentes de financiación para las carreteras electrificadas, como los fondos europeos, los impuestos generales o específicos sobre los combustibles o las emisiones, o las alianzas público-privadas. Sin embargo, cada una de estas opciones también tiene sus ventajas y sus inconvenientes, y requiere un análisis riguroso y un consenso amplio para su aplicación. Por ello, el Gobierno ha encargado a Ineco un estudio de alternativas para establecer un mecanismo de financiación de la red de carreteras del Estado, que tendrá en cuenta criterios de equidad territorial, seguridad vial y sostenibilidad ambiental.

CONCLUSIÓN

Las carreteras electrificadas son una solución innovadora y prometedora para reducir las emisiones de CO2 en el transporte por carretera y fomentar el uso de vehículos eléctricos e híbridos. Sin embargo, su implantación requiere de una inversión inicial elevada, una coordinación entre diferentes actores públicos y privados, y una aceptación social y política. El principal reto es definir un mecanismo de financiación que sea justo y eficiente, que garantice la sostenibilidad de las infraestructuras y que incentive el cambio de paradigma en la movilidad. Las carreteras electrificadas son una oportunidad para transformar el transporte por carretera en un sector más limpio, eficiente e inteligente, pero también un desafío que requiere de una visión estratégica a largo plazo y de un consenso amplio.

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